Mientras esperan desde hace un ano, la carta blanca o carta de libertad, para llegar a mi orilla, mis hijos ayer visitaron el parque Zoológico de 26.
El mayor por teléfono me decía:
__ Mama ¿si a eso se le puede decir el zoológico, en todo caso seria el Zoo de los sobrevivientes?
__ ¡Pero mi hijo que ¿paso?! __
__ Ya no esta el oso ___ me contesta muy serio.
__ ¿Mama tu te acuerdas de aquel pantano grande que estaba a la izquierda de la entrada que siempre estaba lleno de cocodrilos con la boca abierta, y que la gente les tiraba papeles y comida?
__ Si, por su puesto que lo recuerdo__ le contesto.
__ Pues esta seco mama, y sin cocodrilos. Tampoco queda una jirafa y solo quedan unos 4 monos en todo el zoológico. Habían dos lobos, una hembra y un macho, con todas las costillas fuera, y fajados entre si, por un pedazo de hueso. El rinoceronte blanco, de milagro sigue vivo y el búfalo de la India parece un esqueleto rumbero. Las hienas desaparecieron y en la jaula grande de los cóndor y otras aves, solo quedan unas plumas. Del trencito que le daba la vuelta al zoológico no queda ni el fantasma. En la jaula de los leones solo hay dos, uno hembra y otro macho, y el macho esta raquítico, y la hembra parecía mas joven y tenía tres cachorritos. “Que los podías alquilar para tomarte una foto por 5 pesos cubanos”.
__ Bueno mi hijo por lo menos salieron, pasearon y merendaron algo por allá __ les digo a modo disminuir su decepción.
___ ¡Que va! si no había tampoco un lugar donde tomar agua, ni tomarse un refresco, aunque esto ultimo favorecía bastante al vendedor de granizados de la puerta, donde están los venados de acero, que siguen igualitos jejeje. Resumiendo el zoo es un montón de jaulas vacías y nada de chucherías.
__ Bueno mi hijo mándame las fotos para verlos __ le suplico.
__ Mama no pude tomar fotos porque la cámara se quedo sin pilas, así que no pude guardar ese momento.
__ Nada mi hijo recuerda siempre el viejo refran de:
“No hay mal que por bien no venga”
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