Pensamos que nos darían los medicamentos para la profilaxis contra la Malaria, pero nada, Cuba no tenia dinero para comprarla, cuando comenzaron los síntomas de decaimiento intenso, ausencia total de deseos de hacer algo y, sentía como si caminara arrastrando mis pies, entonces, en lo que menos pensé es que estaba sufriendo los primeros síntomas de la Malaria. Me hice la lamina periférica (analisis de sangre para detectar Malaria), y me dio positivo. Comencé con el Coarten, medicamento que los EE UU ofrece gratuitamente a los nativos del lugar, es un medicamento de segunda línea y muy efectivo.
Lo mas brutal fueron los escalofríos en medio de un penetrante calor africano, luego acto seguido la fiebre, que se acompañaba de un sueno que no me dio tiempo a buscar un antipirético, quedandome inmediatamente rendida. Al poco rato sin tomar antipirético me destapaba por una sudoración profunda, que empapaba mis ropas. Lo singular fue que, después de tomar la medicación y desaparecerlos síntomas, caí en una depresión inexplicable, que me aclararon era normal como secuela de la enfermedad.
Nunca, durante la Malaria, falte al hospital a ver a mis enfermos, solo el primer dia me fui un rato antes, después de haber concluido con mi labor diaria, sin embargo, el africano director del hospital me llamo la atención por irme antes, sin prestar oídos a mi enfermedad. Así es parte de la vida del un medico cubano colaborador en África.
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