Es vergonzoso que se publiquen cartas como la que emergió el 4 de noviembre en el periódico Granma titulada: Paciencia de los Pacientes.
No es la primera y por lo visto se ha convertido en una moda la crítica a los profesionales de la salud. El país se derrumba por el ocio, el inmovilismo, la delincuencia, la corrupción, el derroche, la burocracia y cientos de males que no lo dejan avanzar hacia una sociedad más justa y los únicos estoicos que seguimos trabajando por amor y sin reciprocidad alguna por parte del sistema nacional de salud somos los médicos. Sufrimos de un ilógico apartheid. No podemos viajar, devengamos salarios irrisorios muy similares a los de empleados de salón, auxiliares de limpieza, camilleros, recepcionistas, etc. , no tenemos derecho a empleos por cuenta propia, no disponemos de transporte para ir a trabajar, no recibimos estímulos materiales ni monetarios (ni divisas ni módulos de ropas), la alimentación durante las jornadas laborales es pésima, hacemos guardias frecuentes bajo condiciones infrahumanas y al siguiente día continuamos laborando sin desayunar; no somos remunerados por estas guardias, ni por horas extras, ni por permanecer en unidades cerradas relacionándonos con drogas tóxicas y pacientes con enfermedades contagiosas; no tenemos oportunidad de acceder a internet para estar actualizados y avanzar como científicos; y para colmo de males muchos ¿indignados? se han dedicado a taladrarnos y escribir epístolas permeadas de dudas e incertidumbres al órgano oficial del consejo de estado, dígase periódico Granma, el cual, sin piedad y conociendo a fondo los problemas de nuestro sistema de salud, publica las ¨carticas¨ que arremeten insensiblemente contra los médicos.
Así está lleno este país, de gente acomodada y obceca que solo se dedica a analizar lo pueril y lo nimio, más aun si tienen su vida moderadamente resuelta. Los médicos cubanos tenemos muy firme la moral y la dignidad y somos los que más logros hemos obtenidos en 50 años y los que menos hemos recibido por nuestros trabajo. Ganas una medalla olímpica y el estado cubano te proveerá de gloria eterna, casa y carro; haz que una tumbadora resuene en el lugar más recóndito del planeta y tendrás derecho a una vida placentera y sin estrés garantizada por el Ministerio de Cultura; lánzate al vacio cantando las canciones más obscenas e indignantes, ocultas bajo un ritmo que empaña las raíces más plausibles del reggae y serás recibido al final del abismo por un bastidor de dólares que te alzará hasta el Olimpo con derecho a una vida opulenta y sustanciosa.
Salva una vida, trabaja como mulo atendiendo a miles de necesitados, haz el trabajo de otro médico que está representando y aumentando el prestigio de la medicina cubana en otros lugares y tendrás. Nada, te obsequiaremos. Nada.
Somos los desposeídos de Esculpió, los sacerdotes de la miseria. Los médicos cubanos somos los eternos descontentos, pero a su vez los únicos que trabajamos dignamente por amor a nuestra profesión. Nadie tiene derecho a sembrar odio ni antipatías en nuestros valerosos galenos. Atendemos sin reparos a miles de enfermos en este país, somos parte del pueblo y paradójicamente el mismo pueblo que sanamos con amor nos condena por nimiedades y exige de nosotros lo imposible. El bodeguero llega tarde y nos roba onzas descaradamente y nada ocurre, el transporte público sigue sin detenerse en las paradas y nada sucede, en las tiendas de CUC nos despojan de nuestro decoro como clientes y nada acontece, el vago sigue delinquiendo y teniendo una vida tan placentera que desprecia el trabajo y a quienes lo hacen. Ahora, si eres médico y llegas tarde a consulta te insultan, si no das recetas de complacencia te desprecian, si tienes un hijo enfermo y te ausentas o simplemente no asiste a tu labor por enfermedad, te ofenden. Estamos pagando por el pecado de la masividad: por ser muchos nos toca poco. En el mundo entero el incentivo de cualquier persona para conquistar sus deseos es el trabajo. Es el trabajo el talón de Aquiles de los sueños. En Cuba, el trabajo estatal es el muro de Brandeburgo donde solo el ocio y el oportunismo tienen derecho a las alas.
Los galenos cubanos somos prácticamente los únicos profesionales que mantenemos la lealtad a nuestro oficio. No podemos seguir así y el pueblo tiene que ser nuestro principal aliado. Exigimos que nos respeten, nos consideren y reconozcan que estamos trabajando contra vientos y mareas con poco respaldo de nuestro sistema nacional de salud. Somos potencia médica porque amamos nuestra profesión y laboramos orgullosamente para ustedes.
No somos culpables de la falta de recursos materiales con que tenemos que hacer nuestro diario. Lo que nos sobra a todos los que elegimos esta profesión es amor, dignidad y vergüenza. Dr. Eider Valdés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario